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Buenaventura Codina y Augerolas

De EnciclopediaGuanche

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Buenaventura Codina y Augerolas (Hostalrich, Gerona, 3 de Junio de 1785 - Las Palmas de Gran Canaria, 18 de Noviembre de 1857. Obispo.

Sacerdote de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, se incorpora a la Comunidad de Badajoz en el año 182]. Cinco años más tarde, en 1833, se convierte en Superior de la Casa Central, lugar en el que se forman los nuevos sacerdotes, y tenían lugar numerosas tandas de ejercicios espirituales para seglares, sacerdotes y ordenandos.

El 24 de Julio de 1834, tiene que hacer frente al estallido de las matanzas de religiosos.

En al año 1841 llegó a ser Visitador Superior de la Congregación en España, preocupándose por la formación de los misiones. Propuesto por el Gobierno de Isabel II para ocupar el obispado de Canarias, vacante tras el nombramiento de su antecesor, D. Judas Tadeo José Romo y Gamboa, como Arzobispo de Sevilla, llegando a Las Palmas de Gran Canaria, capital de su nueva diócesis, el 14 de Marzo de 1848.


Reforma el Seminario Diocesana, nombrando rector al entonces cura ecónomo de Artenara, Pedro González. Hacia el final de su episcopado, encomienda la dirección de dicho seminario a los Padres Jesuitas, quienes llevan a la institución a ser considerada unas de los centros culturales y educativos principales de la región, llegando a contar con más de 50 alumnos..

De igual manera, acomete la reforma del Cabido Catedral, el cual, si bien ya se encontraba mermado al momento de su llegada a Las Palmas de Gran Canaria, tras la epidemia de Cólora Morbo, hacia 1853, sólo lo componía un canónigo, el Doctoral Graciliano Afonso.

Sus gestiones en la Corte consiguen recomponer el Capítulo, ocupándose todas las prebendas clérigos bien formados intelectual y pastoralmente, como lo fueron el Arcediano Rafael Monje o los hermanos Jacinto y Rafael Pantoja.

El hecho de ocupar la sede episcopal, no hizo que Buenaventura Codina dejara de lado su espíritu misionero, todo lo contrario. Ya, durante su viaje a Canarias se había hecho acompañar por Antonio María Claret y Clará, sacerdote del clero secular que sería beatificado en 1934, y canonizado en 1950 por el Papa Pio XII; con la intención de que desarrollara su labor misional en la diócesis, trabajos que comenzando el 20 de Marzo de 1848 en la Catedral de Las Palmas, y que se vieron respaldados, siempre, por la labor del propio Obispo Condina, quien colaboraba con él en las explicaciones de la doctrina cristiana e impartiendo el sacramento de la penitencia.

Durante el mes de Junio de 1851, se declara en Las Palmas de Gran Canaria una epidemia de "cólera morbo" que al parecer había sido importada desde la isla de Cuba, epidemia que se hace oficial el día 8 de ese mismo més, provocando la huida de gran parte de la población, así como de las autoridades civiles, militares y judiciales hacia los pueblos del interior de la isla de Gran Canaria.

El Obispo Codina se pone al frente del clero de la capital grancanaria, distribuyendo la Unción de Enfermos por todos los barrios de la ciudad. Fallecidos vario capellanes del Hospital de San Martín, él mismo decide sustituirles, pasando todo el día ejerciendo, además, como enfermero.

Por fin, el 9 de Agosto se da por terminada la epidemia, quedando la población de Las Palmas reducida a la mitad, y ocasionando una grave miseria, siendo tan grande la necesidad de alimentos que el hambre comenzaba a hacer estragos. Para hacer frente a esta nueva plaga, Buenaventura nombra una Junta de la que, aunque ya era el máximo sostén del hospital; se constituye como primer benefactor.

Su entrega a los más necesitados fue tan lejos, que cuando le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica por parte del Gobierno de Isabel II, se lamentó diciendo que "ese dinero estaría mejor empleado en los pobres de su obispado", manifestándose satisfecho al llevar al cuello su cruz de madera.

La desgracia le sobrevino durante los últimos años de su vida. Al parecer, según su cronista, el Padre Etienne, Superior de su Congregación, le notificó la expulsión de la misma alegando como motivo el no haberle notificado su nombramiento como Obispo, y haberse consagrado sin su autorización. Codina le responde mediante carta que, aunque había renunciado por tres veces consecutivas al obispado, el Papa había hecho uso del precepto de obediencia obligandolo a aceptara. Finalmente, y como consecuencia de un accidente sufrido en la parroquia de Tafira, se le declaró una hidropesía que lo llevó a la muerte el 18 de Noviembre de 1857.

En 1978 se procedió a la exhumación de sus restos mortales, los cuales habían sido sepultados en la cripta de la Catedral de Santa Ana ciento veinte años antes. Su cuerpo se mostró incorrupto, vestido de manera muy austera, y llevando al cuello aquel sencillo crucifijo que había preferido al otro, más rico, que le había ofrecido la Reina Isabel II.

Hoy se exhibe en la Capilla de Ntra. Sra. de Los Dolores de la Catedral de Santa Ana.


Hoy, continúa abierta la causa de su beatificación.


Predecesor:
D. Judas Tadeo José Romo y Gamboa
Obispo de Canarias
1847-1857
Sucesor:
Fray Joaquín Lluch y Garriga

Bibliografía

"Diccionario de Historia Eclesiástica de España" - Quintín Aldea Vaquero, Tomás Marin Martinez y José Vives Gatell. Editado por Instituto Enrique Florez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1973.