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Corsario

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Corsario (del latín cursus, «carrera») era el nombre que se atribuía al que practicaba la guerra de corso, y el término podía referirse tanto a los marinos como a los buques, ya sean de las armadas o de particulares, quienes adquirían la condición militar en virtud del permiso concedido por un gobierno en una carta de marca o patente de corso.

El corso tiene similitud con la piratería, pero lo diferencia que el corso es legal por su gobierno. Dicho de otro de modo, se identifica con los corsarios a aquellos piratas que no actuaban independientemente, sino que realizaba sus acciones con el beneplácito de su gobierno atacando a buques o pueblos de otros países.

Los corsarios saboteaban el tráfico marítimo de las naciones enemigas de ese gobierno, generalmente hundiendo sus naves y, en algunas ocasiones, saqueando o secuestrando.

Patente de corso

La patente de corso (del latín cursus, «carrera»)​ era un documento entregado por las autoridades de un territorio, por el cual el propietario de un navío tenía permiso de la autoridad para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas. De esta forma el propietario se convertía en parte de la marina del país o la ciudad expendedora.

Las patentes de corso fueron muy utilizadas en la Edad Media y la Edad Moderna cuando las naciones no podían costearse marinas propias o no lo suficientemente grandes. De esta forma Francia, Inglaterra y España las emplearon ampliamente. También fueron usadas por las naciones americanas durante las guerras de independencia. Se abolieron en 1856 en el Tratado de París, que dio fin a la guerra de Crimea. La Constitución Nacional de Argentina mantuvo hasta 1994 una cláusula que atribuía al Congreso Nacional: 22. Conceder patentes de corso y de represalias, y establecer reglamentos para las presas.

En Canarias

Canarias fue durante la Edad Moderna víctima de ataques corsarios, fundamentalmente franceses o ingleses en función del país que en esos momentos se encontrase en guerra con España. Pero Canarias también dio sus propios corsarios, siendo el más conocido Amaro Pargo.