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Muraenidae

De EnciclopediaGuanche

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Morenas en El Hierro.

Los murénidos (Muraenidae) son una familia de peces anguiliformes conocidos vulgarmente como morenas. Habitan aguas tropicales y subtropicales de todo el mundo donde se hallen arrecifes coralinos; permitiéndoles, gracias a su fisonomía serpiforme, acechar a su presa desde las grietas.

Tienen un cuerpo en forma de serpiente que llega a medir hasta 150 cm.

Anatomía

La aleta dorsal se extiende detrás de la cabeza, pasa por la espalda y se une a la caudal y la aleta anal. La mayoría de las especies no tienen aleta pectoral y aleta pélvica, contribuyendo a su apariencia serpentina. Sus ojos son bastante pequeños, las morenas dependen de su sentido del olfato altamente desarrollado, manteniéndose quietas y ocultas para emboscar a sus presas.

El cuerpo generalmente presenta patrones coloridos para favorecer la cripsis. En ciertas especies, hasta el interior de la boca presenta patrones de la misma manera. Sus mandíbulas son anchas, marcando un hocico que sobresale de la cabeza. La mayoría posee grandes dientes que usan para cortar la carne o agarrar presas que puedan ser escurridizas. Un relativo pequeño número de especies, por ejemplo la morena copo de nieve (Echidna nebulosa) y la morena cebra (Gymnomuraena zebra), se alimentan principalmente de crustáceos y otros animales de concha dura, y poseen molares romos especiales para romper la dura concha de sus presas.

La cabeza de la morena es demasiado estrecha para crear las bajas presiones en su interior que emplean la mayoría de los peces para tragar sus presas. Probablemente debido a esto, poseen un segundo par de mandíbulas en su garganta llamado mandíbula faríngea , que también poseen dientes (como las tilapias). Cuando se alimentan, la morena lanza estas mandíbulas hacia la boca, donde agarran a la presa y la transportan al interior de la garganta y el aparato digestivo. Las morenas son los únicos animales que usan las mandíbulas faríngeas para capturar y retener activamente una presa.

Las morenas secretan una mucosa protectora, y en algunas especies, venenosa, alrededor de su piel suave y sin escamas. Poseen una piel muy gruesa con una alta densidad de células caliciformes en la epidermis que permiten producir mucosa mucho más rápido que en otras especies de anguilas. Esto permite que los gránulos de arena se adhieran a los lados de sus madrigueras en las morenas que cazan en la arena,4​haciendo las paredes de la madriguera más permanentes debido a la glicosilación de las mucinas presentes en la mucosa. Sus agallas pequeñas y circulares, localizadas a los lados posteriores a la boca, obligan a la morena a mantener un hueco para facilitar la respiración.

Las morenas son carnívoras y se alimentan principalmente de peces más pequeños, pulpos, calamares, sepias y crustáceos. Unos de sus pocos depredadores son los meros, las barracudas y las serpientes marinas. Ciertas especies de morena se explotan para su uso comercial, aunque algunas pueden producir intoxicación por ciguatera.

Pesca de la morena

En Canarias existen diferentes técnicas de captura de la morena, por un lado, se utiliza una trampa llamada el tambor de morenas, y por otro, se usa un pulpo como cebo para llamar su atención mientras el pescador silba y canta, tradición que queda reflejada en el llamado Canto de la morena, recogido en varios trabajos etnográficos y de recogida del folclore musical canario

¡Ho, morena! ¡Ho morena pintá! ¡Ho morenita! ¡Ho! ¡Toma la carná!


La canción El pescador de morenas del grupo tinerfeño de música Los Sabandeños, es un bolero cuya letra dice así:

Iba cantando, te vi morena por un momento clavé mis ojos en ti,
pero tu cuerpo se hundió en la arena dibujó una “S” y pensé que me estabas diciendo sí.
Yo iba tranquilo por la vereda, llevaba un gancho y comencé a silbar, pero mis voces y mis llamadas no consiguieron hacerte salir.
Entonces pensé que tu cuerpo se enroscaba en un coral, llamándote descubrí que sólo el eco de mi voz sentí.
¡Oh morena oh!, seguí llamando. ¡Oh morena oh!, y mi canción no logró que emergieras del agua como en otras noches en que te invoqué.
Entonces pensé que tu cuerpo se enroscaba en un coral, llamándote descubrí que sólo el eco de mi voz sentí.
¡Oh morena oh!, seguí llamando. ¡Oh morena oh!, y mi canción no logró que emergieras del agua como en otras noches en que te invoqué.
Pienso ahora mi encantada serpiente de mar que no acudiste a la cita con mi canción
porque estaba de ronda por los arrecifes tu novio el murión.