Acciones

Nueva canción canaria

De EnciclopediaGuanche

(Redirigido desde «Nueva Canción Canaria»)

Nueva Canción Canaria es el nombre que recibe un movimiento artístico musical desarrollado en Canarias a partir de los años setenta caracterizado por un lado por la fusión de elementos del folklore canario con elementos de la música actual e influencias de sonoridades de otros lugares del mundo, y por otro lado por unas letras con un contenido político y social. Se enmarca dentro de la canción de autor, y su denominación la emparenta con otros movimientos de nueva canción como la Nova Canço catalana, la Nueva Trova Cubana o la Nueva Canción Chilena.

La canción canaria

Previo al surgimiento de la nueva canción canaria, había comenzado a desarrollarse a partir de la década de 1930 y 1940 la canción canaria, con autores como Néstor Álamo o conjuntos como Los Huaracheros. Se trataba de nuevas composiciones inspiradas en el folclore canario, aunque en ocasiones incorporaba elementos de otros ritmos como el bolero, el corrido mexicano o el pasodoble. En plena dictadura franquista las temáticas eran por lo general de tipo costumbrista y con muchos elementos tópicos, con letras que no sólo no cuestionaban el orden social, sino que en ocasiones llegaban a justificarlo. Sin embargo, ocasionalmente se asomaban a las letras otras temáticas sociales como la emigración. Estas canciones, aunque con compositores reconocidos, terminaron siendo incorporadas por las agrupaciones folclóricas como si fuesen canciones tradicionales más antiguas. En cuanto a las sonoridades, Los Huaracheros fue quizás el grupo más innovador, cultivando generalmente el género del bolero (con marcadas influencias de Los Panchos), pero incorporando también instrumentos menos usuales como la lap steel guitar hawaiana o incluso tempranamente, desde la década de 1950, la guitarra eléctrica.

En el mismo contexto de la dictadura franquista, las políticas culturales del régimen a través de la Sección Femenina y de Coros y Danzas comenzaron una labor que, en nombre de la difusión del "folklore de las distintas regiones de España" en la práctica lo que buscaba era una modificación de la música popular de los distintos territorios, homogeneizándolo y dejando de lado aquellas expresiones musicales que pudieran no encajar bien en la búsqueda de una fabricada cultura española. De este modo se impuso un nuevo modelo de agrupación folclórica que modificaba las piezas del folclore tradicional de modo que pudieran ser más vendibles para su interpretación en un escenario.

Los primeros inicios de la Nueva Canción Canaria

A mediados de la década de 1960 comienza a formarse en Tenerife el que podría considerarse el primer grupo de nueva canción canaria, Los Sabandeños. Inicialmente surgido como agrupación folclórica, destacaron en esos primeros momentos por un regreso al folclore tradicional en unos momentos en los que en las fiestas populares los temas folclóricos estaban siendo desplazados por canciones parranderas y de verbena de origen español y latinoamericano al ser vistas como una música más animada. La publicación de la Magna Antología del Folclore Musical de España, que incluía un volumen dedicado a Canarias, despertó el interés por algunas variantes del folclore canario como el folclore de tambor de Valentina la de Sabinosa, desde El Hierro. Sin desprenderse del modelo tipista de la Sección Femenina, y con un modelo de agrupación pensado para interpretar música sobre un escenario, Los Sabandeños comenzaron a interpretar una música que incorporaba los tres elementos, el folclore tradicional, el folclorismo de Coros y Danzas y la canción canaria, todo ello con unos arreglos corales más trabajados y la incorporación de nuevos elementos como el contrabajo. Junto con algunos discos dedicados al folclore canario, Los Sabandeños comenzaron a prestar también atención al folclore latinoamericano, y por esa vía comenzaron a introducir algunas canciones de la canción protesta de América Latina hasta donde la censura franquista podía permitirlo.

Uno de los componentes de Los Sabandeños en esa época, Julio Fajardo, comenzó paralelamente a desarrollar una carrera musical en solitario donde combinaba composiciones propias con versiones de intérpretes de la canción protesta latinoamericana como Atahualpa Yupanqui. Entre las composiciones propias se encontraba Piedras en el mar, dedicada a los Roques de Anaga y considerada uno de los primeros temas de nueva canción canaria, si bien se presentó en el marco de un festival de canción melódica como el Festival de la Canción del Atlántico, en el Puerto de la Cruz a fines de los sesenta. Junto con Julio Hernández, otros jóvenes músicos vinculados a la Universidad de La Laguna comenzaron también a hacer versiones de intérpretes latinoamericanos como Daniel Viglietti o el ya mencionado Atahualpa Yupanqui]].

El desarrollo de la Nueva Canción Canaria en los primeros setenta

En torno al resurgimiento de las movilizaciones sociales contra la dictadura comenzaron a aparecer durante los años setenta nuevos intérpretes de canción protesta. En la mayoría de las ocasiones estos intérpretes lo que hacían era versionar canciones de otros cantautores, principalmente latinoamericanos, pero también de algunos españoles como Paco Ibáñez. Con versiones y algunos temas propios aparecieron grupos como Tebec Korade, Magma 12 y Makore en Gran Canaria. Algunos grupos folclóricos también comienzan, siguiendo la línea iniciada por Los Sabandeños, a incorporar composiciones propias con temática social, como los Chincanaryos en Tenerife. Cantautores como Juan Carlos Senante o Pepe Paco y Suso Junco, influenciados por la Nueva Trova Cubana, también desde la Universidad de La Laguna empezaron a combinar composiciones propias y versiones de artistas latinoamericanos.

El golpe de estado de 1973 en Chile y la represión de la dictadura de Augusto Pinochet que afectó de manera directa a varios músicos chilenos, hizo despertar el interés por la Nueva Canción Chilena, que junto con la Nueva Trova Cubana se convirtieron en dos de los principales movimientos musicales de referencia de la nueva canción canaria. Así, Los Sabandeños comenzaron a combinar instrumentos andinos con el folclore canario y a hacer unos arreglos corales más cercanos a Quilapayún. En 1975 la publicación de la Cantata del Mencey Loco precisamente por parte de Los Sabandeños supuso un nuevo punto de inflexión al ligar este movimiento musical con reivindicaciones políticas nacionalistas.

El desarrollo de la nueva canción canaria en la segunda mitad de los setenta

Precisamente es en la segunda mitad de los setenta cuando comienza a utilizarse la expresión nueva canción canaria, con la proliferación de numerosos grupos (Garoé, Surco, Pueblo Tanco, Alberto y Akeka, Palo, Canto 7, Acorón, Chácara,Aitiden Guanche etc. junto a solistas como Ángel Cuenca, Vicente Umpiérrez, Juvenal, Manuel Medina Minuto, Rubén Díaz, Alberto Delgado, etc. También desde algunos grupos de rock progresivo comienzan a introducir temáticas reivindicativas junto con algunos sonidos del folclore canario, como Grupo Salvaje y United. Desgraciadamente, la mayor parte de estos grupos y solitas no llegaron a editar ningún disco. Junto con temas propios, muchos de estos grupos comenzaban también a musicalizar a poetas sociales canarios como Agustín Millares Sall o Pedro García Cabrera.

Entre los que sí llegaron a grabar estaban Juan Carlos Senante y los palmeros Taburiente, que publican sendos álbumes en 1976 bajo la producción y arreglos de Teddy Bautista, que proporciona una nueva evolución sonora a la nueva canción canaria al incorporar sintetizadores y otros elementos electrónicos. Si en Nuevo Cauce Taburiente combinaba canción protesta con el folclore canario y el uso de sintetizadores, con Ach Guañac dan un paso más allá al combinarlo con el rock progresivo y el jazz.

La mayoría de estas expresiones musicales se encontraban vinculadas a los movimientos de reivindicación política, en la mayoría de los casos en torno al independentismo y al nacionalismo canario, y en otras al Partido Comunista de España (PCE).

Los años ochenta

Aunque a principios de los años ochenta, paralelamente al declive de los movimientos sociales reivindicativos, el movimiento de la nueva canción canaria parecía haber desaparecido y grupos que habían pertenecido a este movimiento como Los Sabandeños habían abandonado este tipo de expresión musical volviendo al tipismo, el bolero y la canción canaria, ya estaban apareciendo algunos jóvenes intérpretes directamente influenciados por la nueva canción canaria cuyos inicios habían vivido durante su adolescencia. El pistoletazo de salida a esta nueva generación lo da la publicación del disco Nueva Canción Canaria en 1985, donde participan Pedro Guerra, Andrés Molina, Rogelio Botanz, Marisa Delgado, Alberto Cañete y José Luis Calcines, y con la formación del grupo Taller Canario de Canción. Al margen de lo que se suponía que debía de ser la música pop de los ochenta, estos nuevos intérpretes retoman directamente la canción protesta de la década anterior, continuando la evolución sonora que ya había sido emprendida. La reivindicación africanista de la década anterior tiene su plasmación también en lo musical, al incorporar sonoridades de la música norteafricana, destacando en este sentido la segunda etapa de Taburiente, que retoma sus publicaciones discográficas. También la agrupación folclórica Mestisay evoluciona hacia la nueva canción canaria, sobre todo tras la publicación del Romance del Corredera. Otros nuevos músicos de esta etapa fueron Lito o Chiqui Pérez, si bien esta última estaba más vinculada al jazz. Pero también comienzan a aparecer nuevos grupos y solistas que cultivan la nueva canción canaria, pero más centrada en su vertiente musical, con temas fundamentalmente instrumentales, así aparece el Trío Timple, liderado por José Antonio Ramos. El excomponente de Palo Javier Moreno también iniciaría su carrera en solitario.

Los años noventa

Los años noventa se caracterizaron por dos fenómenos paralelos:

Por un lado el desarrollo de la vertiente más instrumental supuso el surgimiento de una música de fusión en la que se buscaba la innovación musical y la mezcla del folklore canario con elementos musicales de otros lugares del mundo, y aunque la música africana de la etapa anterior seguía presente, ahora se incorporaban nuevas sonoridades de otras latitudes sin que necesariamente tuviese que ver con una reivindicación política. Así se incorporan elementos de la llamada música celta en paralelo al auge que estos sonidos, también en forma de música fusión, estaban teniendo en Europa. Aunque progresivamente fueron integrando letras más reivindicativas, podemos incluir dentro de este grupo a Non Trubada. También se jugaría mucho con el jazz, gracias al trabajo de músicos que venían trabajando desde la década anterior, lo que permitió también la colaboración de músicos canarios con músicos de otras partes del mundo. Tiene lugar el auge de los timplistas, que comienzan a reivindicar la enseñanza en conservatorios de este instrumento. Ocasionalmente también se incorporan temas cantados, en los que se hace una reivindicación de la idea de canariedad, aunque sin un discurso político explícito. Entre la música mayoritariamente instrumental destacan los timplistas Benito Cabrera, José Antonio Ramos (si bien desde los ochenta había formado el Trío Timple) y El Colorao.

Por el otro lado tiene lugar el nuevo auge de la canción de autor en España y, en cierto modo, también en América Latina. Sin embargo, este fenómeno no era nuevo en Canarias, pues durante los años ochenta la canción de autor había permanecido muy viva. Los nuevos cantautores, si bien siguen incorporando algunas temáticas sociales y políticas, se caracterizarían sin embargo por un enfoque más personal e intimista en sus canciones. Excepción a eso lo constituyeron los casos de Agustín Ramos (hoy Alicia Ramos) o de Arístides Moreno, que trataban temas de crítica social utilizando en ocasiones el humor y la ironía.