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Historia de La Gomera

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Primeros pobladores

 Artículo principal: Antiguos gomeros
Tagoror guanche en la cima del monte Garajonay, con el Teide al fondo

Hay muchas teorías sobre la procedencia del nombre "Gomera". Algunas de estas teorías no tienen ningún rigor ni fundamento, como la que dice que su nombre proviene de Gomer, nieto de Noé. La teoría más avalada es que el nombre Gomera está relacionado con las tribus de igual nombre en el norte de Marruecos (en castellano tenemos Peñón de Vélez de La Gomera y otros). Estas tribus son agrícolas y desconocen la navegación igual que los oriundos de la isla canaria del mismo nombre, con lo cuál se piensa que pudieron ser llevados en su día por algún pueblo de navegantes.

El nombre de Gomera aparece por primera vez en el libro "El conocimiento de los Reinos del Mundo" (circa 1350) obra atribuida a un fraile aragonés que se cree castellanizó los topónimos que utilizaban los cartógrafos mallorquines en la designación de las islas. En el primer mapa que aparece la isla y su topónimo es el Atlas de Cresques de 1375.

En Mallorca, el castillo del Temple fue levantado sobre un jardín musulmán de nombre Almunia Gumera, y con los años recibió el nombre de Fortaleza Gomera y quedaba en el límite Noreste del call judío de forma que la muralla de la Fortaleza Gomera era el límite del call; en ese límite Abraham Cresques, coautor del Atlas mencionado con anterioridad, tenía su vivienda. El Peñón de Vélez de la Gomera fue conquistado por Castilla para sus dominios en 1508.

La isla estaba poblada por los gomeros o gomeritas, indígenas de la isla. De ellos se conservan varias tradiciones, pero la más famosa es el lenguaje de los silbos (o silbo gomero), una forma de comunicación para superar las limitaciones de la accidentada orografía.

En la época prehispánica, los gomeros se dedicaban fundamentalmente a la ganadería, dejando a la agricultura en un plano muy secundario. Habían cuatro especies domésticas: la cabra, la oveja, el cochino y el perro. La recolección vegetal, animal y mineral, terrestre y marinera era una actividad suministradora de una parte considerable de la dieta alimenticia y de materias primas para las actividades artesanales. El pastoreo, también muy importante, era una actividad básicamente masculina, ejercida por adultos pero quizás no ancianos. Los niños actuarían como ayudantes que inician su aprendizaje. La agricultura, por su parte, fue probablemente una ocupación sobretodo femenina, en la que colaborarían hombres durante la preparación del terreno, mientras que el resto de las faenas recaerían en las mujeres adultas con la ayuda de ancianas y niñas, y quizás algunos niños. La recolección marina y pesca podría ser ejercida por toda la familia, salvo un cierto porcentaje de hombres adultos que ejercían la ganadería, y eran probablemente desplazados al interior de la isla durante la estación seca. Tal vez esta fuera la razón por la que cuando los europeos capturaban indígenas en la costa cogían más mujeres que hombres. Las actividades artesanales debieron de haber sido compartidas por varones y hembras, con ciertos niveles de especialización sexual, aunque es muy probable que la carga mayor recayese en individuos adultos de edad avanzada

Al comenzar la conquista, la isla se encontraba dividida en 4 cantones: Mulagua, Hipalan, Orone y Agana, identificándose estos territorios con los grandes valles de Hermigua, San Sebastián, Valle Gran Rey y Vallehermoso, respectivamente.

La Conquista y el Señorío de La Gomera

Se dice que La Gomera nunca fue conquistada y que a lo largo de los años cuando los nuevos pobladores europeos fueron estableciéndose en la isla, los aborígenes reconocieron su autoridad.

Los gomeros fue un pueblo "inconformista" y "rebelde" que se levantaba cada vez que se cometía una tropelía o una injusticia hacia su pueblo. Esta isla al igual que El Hierro, Lanzarote y Fuerteventura estaban bajo un señorío, que duró hasta principios del siglo XIX, a diferencia del realengo en el que estaban las islas de La Palma, Tenerife y Gran Canaria. El señorío de la Gomera está relacionado con la familia Peraza y se caracterizó por su crueldad y por su tiranía.

Fernán Peraza "el Viejo" se establece en La Gomera. Debido a la muerte de su hijo Guillén Peraza en una incursión en La Palma, le sucede Diego de Herrera, marido de Inés Peraza. Y a su muerte, el señorío fue repartido entre parte de sus hijos. La Gomera y el Hierro correspondieron a Fernán Peraza "el Joven". Se inicia ahora un periodo de significativa violencia, tanto por la gran represión contra el pueblo indígena como las venganzas hacia otros conquistadores.

Torre del Conde

La muerte de Juan Rejón a manos de Fernán Peraza por viejas rencillas hace que sea llamado a la Corte de los Reyes Católicos. Finalmente se salva de cualquier juicio, pero es obligado a casarse con Beatriz de Bobadilla. Debido a una revuelta de los gomeros, se refugian en La Torre del Conde y piden ayuda a Pedro de Vera que con gran crueldad asesina a gran número de rebeldes y se lleva para Gran Canaria a más de doscientos gomeros como esclavos.

Posteriormente Fernán Peraza se enamora de Iballa, una indígena gomera, y en uno de sus encuentros amorosos es asesinado por Hupalupo, padre de Iballa, y por Hautacuperche. Después de su muerte el pueblo se levantó de nuevo en contra del señorío. Pedro de Vera acudió otra vez en ayuda de Beatriz de Bobadilla y huyeron los gomeros a las cumbres. Pedro de Vera, mediante la astucia, quiso vengarse, y publicó un bando en el que el cualquier gomero que no acudiera a las honras fúnebres de Fernán Peraza, sería acusado de cómplice y traidor, asimismo indultaría a aquellos que acudieran. Los que acudieron al funeral en la Villa serían inmediatamente hechos presos, así como también fueron apresados algunos que permanecieron en las cumbres. Se ordena la condena a muerte de todos los indígenas mayores de 15 años, si bien esta medida no se llevó a la práctica en su totalidad. No satisfecho con los asesinatos, a su llegada a Gran Canaria, ordenó ajusticiar a todos los gomeros que se encontraban en aquella isla y exportando como esclavos a gran parte de niños y mujeres, hacia la península o hacia las otras islas. Posteriormente muchos de los que fueron deportados como esclavos regresarían a la isla de la Gomera.

Unos años más tarde La Gomera entra en los libros de historia como la última tierra pisada por Cristóbal Colón antes de llegar a América, en su primer viaje. El lugar donde se alojó es ahora un museo.

Véase también: Señorío de La Gomera


Historia moderna

Historia contemporánea

Debate historiográfico

La mayor parte de los escasos trabajos que se han acercado al análisis de la sociedad gomera contemporánea han dejado patente, de forma directa o indirecta, el carácter capitalista de esta y, por tanto, de su base económica. Estas interpretaciones no fueron fórmulas sui generis aplicadas al caso de La Gomera; antes, al contrario, responden a la síntesis de algunas líneas explicativas que se manejaron en los debates historiográficos de Canarias generados a partir de finales de los años setenta. La mayor parte de esas líneas o corrientes, aunque difieran en la forma concreta de desenvolvimiento del proceso socioeconómico contemporáneo canario (1800-1980), parten de una misma premisa: Canarias se transformó en una sociedad capitalista entre mediados del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX, aspecto en el que tuvo un protagonismo destacado el capital extranjero. Aferrados a los impulsos de la influencia del comercio marítimo, de la agricultura de exportación y del trabajo asalariado en las fincas de esta, tejieron todo un discurso argumental tendente a afirmar la cualidad capitalista de la economía y la sociedad insulares. Unos mirando hacia el interior de la sociedad isleña, otros hacia afuera, al tiempo que pasaban por alto la objetividad de las relaciones de producción precapitalistas (semifeudales) que sostenían la base económica canaria: la agricultura.[1]

Asumiendo los planteamientos de las corrientes de pensamiento e interpretación sobre la sociedad canaria en boga en aquellos años (décadas de 1970 y 1980), los autores que se acercaron al estudio de la sociedad gomera llegaron a las mismas conclusiones. En síntesis, venían a afirmar que la sociedad isleña era capitalista y que, en todo caso, podrían aparecer algunas trazas de relaciones precapitalistas que estaban subordinadas a aquel modo de producción. Si bien en muchas ocasiones señalan anacronismos en su estructura, no dejan de afirmar, por otra parte, que se trata de deformaciones, anomalías e imperfecciones propias del modo de producción capitalista. Por ese motivo, no reconocen o, incluso, niegan la semifeudalidad para buscar soluciones teóricas en las que se combinan posicionamientos a favor del triunfo del liberalismo con los derivados de las tesis del capitalismo periférico (teoría de la dependencia), muy en boga en esas décadas.

Por el contrario, ha habido otros investigadores para los que la existencia de esas relaciones precapitalistas en la etapa contemporánea de las islas respondió al fallido proceso de transformación de Canarias en una sociedad plenamente capitalista. Diversos autores han dejado constancia en sus investigaciones de la pervivencia de relaciones de producción precapitalistas (semifeudales), tanto en el terreno de las relaciones de producción y de propiedad como en su manifestación política (caciquismo).

Junto a esos análisis también se han empleado para La Gomera otros argumentos como el del determinismo ambiental o determinismo geográfico. Este enfoque estriba en otorgar al medio físico, natural, un papel destacado en la organización de la sociedad. Entiende al Hombre como un producto de su medio, como un organismo más en permanente proceso de adaptación al mismo. Convierte al medio en un factor primario, es decir, sobresaliente en la dualidad Naturaleza-Sociedad. Los autores que se apoyan en esta interpretación justifican, en mayor o menor grado, que las limitaciones y adversidades que ha sufrido la sociedad gomera a lo largo de su historia tienen como punto de partida su medio geográfico. Para ellos la pobreza del campesino gomero se debe a la abrupta topografía, a la falta de suelos o a la aridez. Y en ellas se encierran también las causas de la constante emigración de la población insular. Para esta corriente de interpretación, las relaciones horizontales y verticales en el seno de la sociedad isleña, la dialéctica social, queda mediatizada por esos condicionantes al margen de la voluntad humana.

Hasta el momento, las tesis que defienden la preponderancia del capitalismo y el rigor del medio físico han sido las piedras angulares sobre las que ha girado la interpretación del proceso histórico contemporáneo gomero. Bajo ese paraguas epistemológico se llevaron a término los estudios relacionados con la historia contemporánea insular en las últimas cuatro décadas.[2]

Los Sucesos de Hermigua

 Artículo principal: Sucesos de Hermigua

Los llamados Sucesos de Hermigua tuvieron lugar el 22 de marzo de 1933 y fueron el clímax alcanzado por el empeño de los caciques gomeros por impedir cualquier tipo de organización obrera para así proteger su estátus feudal.

Desde julio de 1932, la carretera en construcción desde La Villa hacia Vallehermoso, se paralizó por presiones de los caciques de Hermigua, los Ramón Plasencia, Nicasio León, entre otros, impidieron que los obreros con sindicalización pudieran trabajar en las obras de dicha infraestructura. Lo cual significó que el 20% de la población total de Hermigua, unos 500 trabajadores, estaba en paro, de los cuales, unos 450 estaban afiliados a la Federación Obrera de Hermigua, de los que a su vez, unos 300 eran jornaleros.

Por las instancias presentadas por la Federación Obrera ante el Gobierno Civil de Tenerife, éste ordena que se admitan al menos a 100 trabajadores afiliados, que a su vez éstos y con la comunicación de Gobierno Civil en la mano, se presentaron a trabajar el día 19 de marzo. El capataz de la obra, siguiendo las órdenes del cacique Ramón Plasencia, se niega a admitirlos.

El Gobierno Civil reitera mediante telegrama la orden los dos días sucesivos del 20 y 21 con el mismo resultado de que los 100 trabajadores se ven de nuevo rechazados y tienen que regresar al Valle Alto.

El 14 de febrero de 1933 se celebra una asamblea en la Federación y se acuerda convocar una huelga general para el día 22. El seguimiento a la huelga es absoluto y los trabajadores se dirigen a la playa para allí concentrarse, recorriendo todo el Valle. El cabo Antonio Fuenes, Jefe de Puesto, intenta sin éxito disolver a uno de los grupos de obreros que pasaron de camino a la playa frente al cuartelillo de la Guardia Civil, quien incluso propina un planazo de sable al manifestante Manuel Herrera (El Mangueras). Pero el seguimiento de la huelga es absoluto en todo el Valle y grupos cada vez más numerosos de trabajadores y sus familias se van concentrando camino hacia la playa.

Con el objetivo de romper la huelga y por incitación (orden) de los caciques, el cabo Fuentes, manda a un camión de Ramón Plasencia a traer a los guardias civiles que prestaban servicio en Agulo. Los manifestantes, al paso del camión por La Castellana, intentan inmovilizarlo sin lograrlo. Al regreso del camión con los nuevos guardias civiles, a la altura del Palmarejo y sobre las dos de la tarde, se encuentran con una barrera en la carretera y los obreros con sus mujeres que les salen al paso. Según las declaraciones del sumario posterior, son las mujeres las que reprochan al cabo que haya roto, con el camión de Plasencia, la huelga general con voces como "No siga. No traiga más guardias, que solo queremos el pan de nuestros hijos". La situación se va caldeando y algunos manifestantes, hombres y mujeres, tiran piedras al camión y lo golpean con cañas.

"Fue entonces cuando el comandante del puesto, inopinadamente, se echó hacia atrás, dio las voces de 'carguen' y de 'fuego' y él mismo disparó la pistola contra la multitud... Fuentes disparaba y los números iban a hacerlo y los grupos rodearon a los guardias. La muchedumbre, al querer quitar las armas al cabo y al guardia Garrote, los arroja por el barranco; el otro guardia, José Cano, que se resiste y hace uso del armamento es muerto por la multitud, que exaltada y contagiada por su propio furor, da muerte a Fuentes que yace en el barranco mientras éste y Garrote disparaban sobre los grupos". Informe en el juicio de Luis Jiménez de Asúa

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El guardia José Garrote de Pedro se refugia, haciendo fuego, en casa del cacique Nicasio León, mientras que el obrero Antonio Brito Brito, que subía por el talud del barranco es alcanzado por una bala que le atraviesa el corazón y muere en el acto. Otro obrero, Domingo Medina, queda herido de gravedad y varios más heridos de menos consideración. Ese mismo día 22 salió de Santa Cruz el Viera y Clavijo que desembarcó por el pescante a 37 guardias civiles al mando del Teniente Coronel Vara Terán a sumarse a los que ya habían acudido a Hermigua desde La Villa.

Como resultado de los Sucesos de Hermigua, aparte de detenciones, palizas, juicios y demás represalias, Vicente Valladolid Mesa, Manuel Avelino Perdomo Plasencia, Francisco Martín Negrín, Avelino Navarro Méndez, y Leoncio Fagundo Hernández fueron condenados a muerte. Domingo Medina Santos, el herido grave, a 20 años, Juan Martín Hernández, Serafin Casanova Medina, Avelino Hernández Barrera y José Leon Piñero a 12 años. Fernando Ascanio Armas a 6 años. Antonia Gutierrez González, Catalina Hernández Negrín y María Hernández Hernández a 3 años y Manuel Peraza Hernández a 2 años, mientras otros 16 hombres y una mujer son absueltos.

La Ley de Amnistía del Frente Popular de febrero de 1936 los pone en libertad, libertad que durará julio de 1936 (golpe de Estado del General Franco), siendo detenidos a partir de entonces todos los implicados en los "Sucesos de Hermigua". Los cinco condenados a muerte son "desaparecidos" y con ellos "desaparecieron" también a José León Piñero, Domingo Rodríguez, Juan Martín Hernández, a Antonio Martín Hernández, a Antonio Hernández García, a Manuel Casanova Medina, a Jesús Chávez, a Tomás Brito, al maestro Enrique Biscarria, a Antonia Pineda Prieto y a su hijo recién nacido y a Fernando y Pablo Ascanio. Todos ellos fueron apotalados (arrojados al mar con pesos) desde los riscos de la costa norte gomera.

El Fogueo de Vallermoso

 Artículo principal: El Fogueo de Vallehermoso

El Fogueo de Vallermoso, fue la defensa de Vallehermoso y de la legalidad republicana por sus habitantes y por los cuatro guardias civiles y el brigada jefe de puesto de ese pueblo ante el ataque de las tropas alzadas y los falangistas de Hermigua en julio de 1936. Terminó con varios Consejos de Guerra sumarísimos y el fusilamiento el 27 de agosto de 1936 del brigada de la Guardia Civil Francisco Mas García y los dirigentes de la Federación Obrera de Vallehermoso Ramón Cabrera Bernal y Manuel Quintana Florentino y el 10 de marzo de 1937, en el Barranco del Hierro, de los también miembros de la Federación Obrera, Juan Medina Herrera, Manuel Méndez Prieto y Nicolas Prieto Ventura e indultados otros cuatro de los sentenciados a muerte.

  1. Jerez Darias, Luis M. (2017). «La organización territorial de La Gomera: un ejemplo de subdesarrollo». Servicio de publicaciones de la Universidad de La Laguna. http://gisas.webs.ull.es/archivos/0087.pdf. 
  2. Jerez Darias, Luis M. (2017). «1». Líneas de interpretación acerca del carácter de la sociedad canaria y gomera contemporánea. Densura. p. 25-44. ISBN 978-84-947212-4-3.